La Etnobiología es una de las principales etnociencias [1], un campo científico cada vez más consolidado en su desarrollo teórico y metodológico en parte gracias a la expansión y debate de sus temas de estudio, a un mayor número de grupos y redes de investigación y de estudiantes interesados, y al surgimiento y difusión de publicaciones especializadas, entre otras cosas.
Los actuales paradigmas de conservación de la naturaleza toda, entienden que la conservación efectiva es aquella que se hace “con la gente adentro” y que debe incluir a los saberes de los pueblos indígenas y las comunidades locales. Especialmente con el uso sustentable de la biodiversidad, los acercamientos interdisciplinarios e interculturales son claves para el desarrollo de alternativas hacia un mundo mas diverso y justo. La etnobiología se ocupa de esto.
No existe una definición única, consensuada y ampliamente adoptada. Desde la Etnobiología se han priorizado diferentes enfoques de estudio, a depender de cuál corriente de pensamiento científico-filosófica prevalecía en cada periodo, y por escenario social y cultural, por país o por grupo de investigación. Es por ello por lo que se han propuesto una amplia variedad de definiciones para caracterizar el quehacer de la Etnobiología.
Entre los numerosos autores que en distintas fases de discusión epistémica y conceptual del quehacer etnobiológico han propuesto definiciones concretas para “etnobiología”.
La primera aparición del término “etnobiología” en un contexto académico fue en 1935, con el trabajo The Ethnobiology of Papagao Indians, autoría del biólogo Edward Franklin Castetter y de la antropóloga Ruth Murray Underhill, ambos norteamericanos.
El mexicano Manuel Maldonado Koerdell afirmaba en 1940 que la Etnobiología “tiene a su cargo el estudio de la utilización de plantas y animales, en una región cualquiera, por un grupo humano definido, que la habita o viene a ella para obtenerlos” (1940: 195). A su vez, concluye que “los etnobiólogos deben identificar, describir y clasificar los organismos que tengan o hayan tenido un valor cultural para un grupo humano, conocer su distribución y relaciones ecológicas con el grupo del caso, precisar ese valor y modos de utilización, […]” (1940: 202).
Para Darrell A. Posey (1986), connotado biólogo y antropólogo norteamericano con un amplio trabajo en Brasil y reconocido defensor de los derechos de los pueblos indígenas, la Etnobiología “es esencialmente el estudio del conocimiento y de las concepciones desarrolladas por cualquier sociedad a respecto de la biología. […] Es el estudio del papel de la naturaleza en el sistema de creencias y de adaptación del hombre a determinados ambientes” (1986: 15). Esto es, se refiere a la descripción de los conocimientos y creencias de un determinado grupo social con relación al ambiente que lo rodea y al cual se insiere.
Eugene Hunn (2007), al proponer una lectura histórica de la etnobiología, reconoce cuatro etapas. La primera de estas se inició mucho antes de que se definiera la disciplina y se caracterizó por un enfoque exploratorio y utilitario. La segunda fase se desarrolló durante la década del 60 del siglo veinte bajo la influencia de la Antropología cognitiva/lingüística, evidenciando aspectos universales del conocimiento humano. La etnobiologıa de la tercera etapa profundizó en la integración de conocimientos y prácticas, haciendo hincapié en los conocimientos locales para la subsistencia y la conservación del medio ambiente. La cuarta fase pone énfasis en el derecho que tienen los pueblos indígenas al respeto de sus conocimientos tradicionales. Más recientemente, hay un llamado a la práctica de una Etnobiología atenta a “activamente confrontar el colonialismo, el racismo y las estructuras opresivas que están embebidas dentro de sus instituciones, proyectos y de ellos mismos” (McAlvay, 2021: 171), terreno fértil para la profundización de reflexiones etnobiológicas.
Dentro de los etnobiólogos latinoamericanos, uno de los académicos que mayor influencia ha ejercido en la disciplina es el mexicano Efraín Hernández Xolocotzi, agrónomo y etnobotánico, quien en 1971 señaló que “…esta relación entre Homo y entes orgánicos debía ser estudiada a través del tiempo y en ambientes ecológicos y culturales” (1971:35) En la actualidad se utilizan definiciones, visiones y propuestas variadas en todo el continente, donde se incluyen reflexiones sobre los conocimientos ecológicos tradicionales, el enfoque biocultural, la conservación de la biodiversidad, evolución, movimientos sociales, pluralismo epistémico, entre otros temas emergentes en la región.
Para nosotres, la Etnobiología es una disciplina que se encarga de estudiar las relaciones entre los grupos humanos y los seres no-humanos, buscando entender cómo mujeres, hombres y diversidades se relacionan con la biodiversidad, cómo y qué especies nombran y clasifican, los conocimientos tradicionales de su biología y su ecología, sus usos, las prácticas existentes que las involucran y el rol de las mismas en cosmovisiones y cosmogonias.
Más allá del interés académico, consideramos que una de las metas más importantes de la etnobiología es la de contribuir a la puesta en valor y diálogo de conocimientos y prácticas ancestrales que muchas veces son desplazadas por otros conocimientos y otros modos de vida impuestos por la sociedad moderna, que traen consigo el desapego al territorio y a otras maneras de entender y cuidar la vida. Por ello, la Etnobiología no debe ser solo una disciplina académica, tiene el compromiso de trabajar con las comunidades locales para colaborar con procesos de autogestión y de conservación de nuestro patrimonio biocultural latinoamericano.